DE TI DEPENDE TU LIBERTAD

La libertad está sujeta a un orden social. Las personas no pueden hacer lo que les plazca, ya que ello podría generar una amenaza hacia otros individuos, lo que generaría un caos social y nadie podría vivir dentro de una comunidad, tal como decía Nelson Mandela: “Porque ser libre no es solamente desamarrarse las propias cadenas, sino vivir en una forma que respete y mejore la libertad de los demás”. Ser libres implica también ser responsables, ya que cada decisión que se toma genera una consecuencia.

Cuando se es niño, esperamos con ansias cumplir la mayoría de edad para “ser libres”, y poder tomar nuestras propias decisiones, trabajar en lo que deseamos, o poder salir y llegar a casa a la hora que nos parezca mejor. Sin embargo, esa no es libertad verdadera, es simplemente una sensación de superficial libertad.

Porque aún con todas esas “acciones libres”, en nuestro interior nos seguimos preguntando: “¿Soy realmente libre?”. Y, mientras crecemos, si aún no descubrimos la libertad verdadera, queda en nuestro interior un resentimiento que se muestra en nuestra madurez.

Cuando somos niños pensamos que podemos hacer todo, que nada nos detiene. Pero, cuando crecemos, ese ímpetu de valentía disminuye, y en algunos casos hasta desaparece ¿Qué pasa cuando crecemos? Nos preguntamos a dónde se fue toda esa energía que nos caracterizaba de niños. Para algunas personas recordar su niñez es un sentimiento de nostalgia; para otros, no es tan grato; más cuando anhelan lo que quisieron ser de adultos, y, al verse en otro escenario, se deprimen y se sienten mal consigo mismos.

Para otros, ser libres radica en poseer dinero para poder comprar todo lo que se piense. Pero la libertad está más allá de esas cosas materiales. La libertad empieza realmente cuando uno se desprende de lo material, cuando no importa tener dos mudas de ropa a tener veinte. Así podemos ser más felices: ahí, cuando el espíritu se ha colmado de alegría y amor, ahí, se es más libre.

Existe además mucha gente que no se siente feliz con la vida que lleva. Debido a que el mundo moderno, repleto de publicidad, genera una seducción y apego cada vez más fuerte hacia lo material, las personas se alejan de su propia libertad. Y esto ocurre porque tal vez no tuvieron un ejemplo espiritual y de valores, a seguir, en su niñez.

Así como el carácter de una persona se va formando a lo largo de su vida, y tiene su base en la infancia, un niño educado con valores estables, bien formados en el amor y el respeto, será un adulto de bien, y, por tanto, será libre. Y, al convertirse en padre o madre, ejercerá también una influencia positiva en sus hijos.

En fin, podemos ser libres en la medida que queramos serlo, ya que solo dependerá de nuestra fuerza de voluntad para que el respeto a nuestro prójimo y a toda la creación, sean algunos de los principales pilares de conducta en nuestra vida, pues así podemos descubrir nuestra felicidad, y, en ese sentido, nuestra libertad.