Es común escuchar a muchas personas desear “éxito” a aquellos que más quieren: a un familiar o a un amigo, a todas las personas con quienes socializa. Por ende, los mismos deseos tienen los profesores para con sus hijos, sus alumnos, con quienes comparte momentos cortísimos, a comparación de todo lo que se tiene que vivir, y, a la vez, tan intensos que marcan significativamente nuestra existencia.
Decía, que siempre deseamos “éxito”, pero no enseñamos cómo hacerlo; o no nos comprometemos con su debida orientación; ahí radica la gran tarea de los docentes.
El éxito es el logro de las constantes metas y objetivos propuestos. Es un sentimiento que te envuelve luego de cada tarea realizada; tareas que vienen a ti no por casualidad, sino por compromisos personales y sociales. Es un sentimiento y un comportamiento que te llevarán a la felicidad.
Para tener éxito es necesario interiorizar y poner en práctica una serie de valores tales como: la perseverancia y creatividad; la responsabilidad y respeto.
Perseverancia y creatividad para entender que nosotros somos seres creados con inteligencia, con voluntad y con fuerza espiritual, que el espíritu no se detiene, que se fortalece con cada experiencia. Y que para lograr o conseguir lo que queremos debemos avanzar constantemente, buscando nuevos caminos, nuevos métodos en la consecución de lo propuesto.
Que tenemos un compromiso con nosotros mismos y con nuestro prójimo; que tenemos la hermosa obligación de ser cada vez mejor, cumplir realmente lo propuesto, sin mediocridad ni a medias. Y que el éxito nuestro debe también ser el éxito de los demás, es decir, nadie puede deleitarse con el éxito si no respeta a los demás.
Entender esto es crucial; y, más aún, enseñarlo; por ello es que los docentes deben inculcar el significado del éxito, y de todos los valores que esto implica, a los alumnos de los distintos niveles y modalidades que tiene nuestra educación.
Inculcarles desde la escuela, ¿cómo?, realizando actividades donde se muestre la importancia de vivir en paz, de apoyar a los demás y a sí mismo, de alcanzar la felicidad; desarrollando la proactividad en todos los alumnos. Debemos situar a nuestros estudiantes en diversas situaciones problemáticas, propio del entorno social, para que ellos busquen soluciones, y así se activará su creatividad y sus habilidades sociales.
Promocionar las actividades grupales, debidamente orientadas. Hacer que pongan en práctica todo lo aprendido; hacer que descubran qué tipos de problemas sociales pudiera solucionar con los conocimientos que tienen hasta el momento y qué acciones podría empezar hacer.
Buscar recompensas que agraden significativamente a los alumnos para fortalecer el trabajo. Mostrarle el beneficio del éxito a través de ejemplos e imágenes. Todo esto debe realizarle no como tarea de un día y de un área, sino de todas y todos, claro está, no de una sola forma, sino de distintas.
Todo esto hará que nuestros estudiantes de hoy construyan una sociedad como debe ser para el futuro.