Por: Walter Malca Rodas; C.Ss.R.
“Padre, necesito que me ayude –me dijo en estos días una persona, a quien la conozco desde hace un buen tiempo-. En estos días estoy experimentando crisis de ansiedad. Como usted sabe ya estoy próximo a cumplir 41 años de edad, no me he casado y me ha brotado una pregunta: “¿Qué has hecho con tu vida?”. Siempre he vivido para los demás, para mi familia. En el colegio y la universidad he sacado las mejores notas para agradar a mis padres. Siempre he estado referido a ellos y me he olvidado de mi”.
“Te felicito”, le dije. “¿Cómo que me felicita, si me siento fatal?”. “No te preocupes. Ya pasará. Estás en un momento ideal para hacer una evaluación de tu vida. Todos pasamos por eso. Estás en base 40. En esta etapa de nuestra vida muchos nos planteamos esa pregunta: “¿Qué hemos hecho?”. Esto es bueno, porque a esta edad aún nos queda fuerzas para reforzar nuestros logros y corregir nuestros errores. Estás en crisis y la crisis no es buena ni mala, simplemente es una experiencia que, si la superas adecuadamente, enriquecerá tu vida.
Yo mismo he pasado por eso. Entré al seminario Redentorista a los 20 años. Siempre he vivido protegido por la Congregación: El trabajo, la ropa, la alimentación, el seguro social lo tenía resuelto. Quería hacer cosas diferentes en cuanto a pastoral. Avalado por Mons. Daniel Turley, obispo de Chulucanas, en aquel entonces, pedí permiso. Estuve distante de la Congregación dos años. Fue un tiempo fabuloso donde vi claramente la mano de Dios: Viajé por muchos lugares del país y del mundo. Ahí descubrí que no necesito de la Congregación para vivir. Retorné a la Congregación, no por decepción, porque me fue muy bien, sino porque estoy convencido que Dios me quiere acá. Fui feliz en aquella oportunidad y sigo siendo feliz ahora.
Fundando en esta experiencia puedo decirte: “No tengas miedo a la crisis. Tú puedes superarla”.