DALTÓNICOS MENTALES

En nuestro medio existen personas que son como perros. Perdonen por la expresión, pues no lo digo en sentido peyorativo. Dicen que los perros sólo ven en blanco y negro. Así hay personas que, como estos lindos animalitos, ven en blanco y negro. Al hacer esta afirmación tampoco me estoy refiriendo a los daltónicos que, por una deficiencia en la visión, también ven en blanco y negro. Así como los perritos y los daltónicos, hay individuos que son daltónicos mentales que sólo ven dos colores: blanco y negro, rojos y amarillos, comunistas y capitalistas, ricos y pobres, izquierda y derecha. La mente de quienes piensan así está llena de prejuicios que no son capaces de darse cuenta que en la vida hay matices.

Por algunas publicaciones que he hecho hay gente que me ha tildado de rojo, rojillo, rojete. Confieso que no me ha incomodado estos calificativos, porque he logrado comprender que las personas somos más que un concepto, pero sí me ha hecho caer en la cuenta de la existencia de personas cuadriculadas. Si vivir en Cristo y opinar desde el evangelio es ser rojo, lo soy y no me da miedo decirlo y lo acepto con mucho orgullo. Además el rojo es el color de la sangre redentora de Cristo y roja también es la sangre de los mártires de la Iglesia que dieron su vida por Cristo y su evangelio.

Si me dicen “rojo” como una forma de asociarme con un partido político o una corriente de pensamiento de corte marxista, ahí sí que patinan feo; pues confieso que no tengo ninguna filiación política. Esto no significa que no me interese la política, pues ella es parte de la vida de los pueblos y de las personas. Antes de ser sacerdote soy un ser humano, un ciudadano y tengo derecho a tener una opinión del actuar de los políticos. Pero esta opinión siempre trato de pasarla por el tamiz del evangelio de Cristo. Eso sí, soy consciente que como sacerdote no puedo tener una filiación política ni hacer proselitismo por uno u otro partido.

Lamentablemente en la Iglesia he visto a algunos jerarcas hacer politiquería, es decir claramente tener preferencias por ciertos partidos políticos de poder. Pero también soy consciente de la existencia de jerarcas que, por su opción cristiana, participaron activamente en la gran política, denunciando las injusticias de los políticos de turno y poniéndose de parte de los pobres, los débiles, los indefensos. Uno de ellos es nuestro querido y recordado san Arnulfo Romero, Arzobispo de San Salvador.

Los daltónicos mentales dividen el mundo en buenos y malos. Los de izquierda son los buenos y los de derecha son los malos y viceversa. Ante estas dos posturas uno tendría que tomar partido. Personalmente pienso que estas posturas antagónicas deben ser superadas por ser anacrónicas y a las dos no les interesa las personas, sino su ideología.

¿Por qué las posturas políticas izquierda y derecha son anacrónicas? Sabemos que estos conceptos surgieron después de la revolución francesa por una forma práctica de votar en favor o en contra del rey. Los que estaban a favor se colocaban a la derecha y los que estaban en contra a la izquierda y los indecisos al centro. De ahí el concepto de “izquierda” se aplicó a los comunistas y socialistas y “la derecha” a los capitalistas, luego surgieron los de centro izquierda y los de centro derecha.

Estas ideologías deben ser superadas porque ninguna toma en serio a las personas: para el comunismo las personas son importantes cuando son parte de un engranaje social y para el capitalismo lo más importante es el capital, el dinero. Frente a estas posturas pienso que se debe impulsar un humanismo que le de importancia y centralidad a las personas, tal como hizo Jesús.

Hay gente que cree que los países deben estar gobernados por los ricos, otros por los pobres. A mí me da lo mismo. Lo más importante es tener políticos buenos, justos, honrados, que no busquen su beneficio, sino el bien de la sociedad y que enrumben a los pueblos al desarrollo y al progreso.

Algunas personas, incluso, me han sugerido que lance mi candidatura. A ellos les he respondido que lo importante es ser fieles a la misión que Dios nos ha encomendado y mi misión no es ser político, sino sacerdote de Cristo. Y como pastor, si tengo que aplaudir a un político, ya sea de izquierda o derecha, por su buen actuar, lo haré con gusto y si tengo que criticar su mal actuar también lo haré.

Que Dios nos ayude a construir un mundo más justo, más humano y más solidario, de acuerdo a lo sueños de Dios, nuestro Creador.