DEJEN AL DIABLO TRANQUILO

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En una oportunidad me encontré con el caso de un joven cuya madre se encontraba enferma. Tal señora pertenecía a una secta evangélica. El pastor y los miembros de ese grupo religioso le decían que ella se encontraba así porque estaba con el diablo, y para que se cure era necesario que su hijo se convierta y se bautice en su iglesia.

El joven, que era inteligente, se había dado cuenta de la manipulación que esta gente hacía del sufrimiento de su madre. Por esta razón se encontraba muy molesto y, además, estaba fastidiado por la hipocresía del pastor, que exigía el diezmo, sin considerar las necesidades que estaba pasando la familia.

Al joven le pregunté sobre los síntomas de los que adolecía su querida madre. Él me dijo que sufría de unos dolores y ardencias estomacales. Por los síntomas intuyo que la enfermedad de esta señora debía ser algún tipo de gastritis o alguna úlcera. Eso tendría que diagnosticarlo un médico. Por esta razón le recomendé que en ves de dar el diezmo al pastor pague la consulta a un médico y dejen al diablo en paz.

Dicen los médicos que la gastritis, en algunos casos, es causada por algún tipo de bacteria, pero en otros casos parece que es una enfermedad sicosomática; es decir, que tiene su origen en la mente. Por tanto, en vez de creer que el diablo es el que produce la enfermedad, es conveniente que un profesional adecuado determine las causas de la molestia y le dé un adecuado tratamiento.

También conozco el caso de un niño que sus padres se separaron y su madre desfogaba su amargura, su rabia y frustración con él. Como una reacción al maltrato de su progenitora el niño se volvió extremadamente rebelde. Su madre, que empezó a frecuentar un grupo evangélico, creyó que su hijo estaba poseído por un demonio. Por eso invitaba al pastor y a su gente para que sacaran al demonio del cuerpo de su hijo con rezos y ayunos. Pero este método no dio resultado alguno y en vez de mejorar la conducta del niño empeoró.

La explicación del agravamiento de la conducta del niño es una cuestión lógica. Si a un niño se le dice: “Eres malo, eres malo, eres malo”, de hecho que se va a sentir como un malo y va a actuar como tal. Ahora, si al niño le dicen que dentro tiene un demonio, el problema lógicamente se empeora.

Tal señora, si de verdad quiere que su hijo mejore su conducta, debe cambiar de actitud. Primero tiene que analizar por qué su hijo se comporta así. Es evidente que el niño con su conducta estaba protestando por el divorcio de sus padres y por el maltrato que recibía de su madre, quien, dejando al diablo tranquilo, debería haber mejorado la relación con su esposo y amar entrañablemente a su hijo.

Hay muchas personas que, como estos individuos de los casos citados, creen que los problemas o enfermedades son causados por el diablo. Quienes tienen estas creencias primitivas deberían dejar al diablo tranquilo y ponerse a reflexionar en las causas verdaderas de sus problemas y de las enfermedades.

Llama la atención, cómo en pleno siglo XXI, cuando los conocimientos científicos están en boga, aún existen estas ideas precientíficas promovidas por ciertas sectas evangélicas que, lejos de hacer el bien, causan mucho daño. Por esta razón urge superar esa mentalidad anticuada por la luz la razón y por la reflexión de una sana teología.

 

Por: P. Walter Malca Rodas; «La lección de la mariposa».