En mi libro “la vocación, corazón de la pastoral”, afirmo que a todo ser humano Dios nos dio una vocación y que la tarea de toda persona es descubrir esa vocación, esa llamada que Dios le ha hecho. En descubrir y seguir esa llamada radica la felicidad. Gisela es esa mujer que ha descubierto su vocación: la comunicación. Esta idea ella la explica con la imagen del don o del regalo. Profundicemos en su pensamiento:
“Dios nos ha enviado a todos con un talento, un regalo. Es tarea nuestra descubrir ese talento. Sin embargo, no todos abren su regalo. Y eso, porque muchas veces su familia, su entorno, hacen que piensen: “Yo soy piña. Nací así, pues. Por eso que no steroids for sale online tengo salida”. De este modo se meten en un mundo tan oscuro donde no tienen la luz que les permita ver y abrir su regalo.
Al inicio yo no sabía que mi regalo era el don de la comunicación. Sin embargo, sí soy consciente que cuando yo era niña mi gran sueño era hacer televisión. Mi sueño era ser actriz o cantante, dado que por esa época no había animadoras de televisión. Como bien sabes mis circunstancias no eran las más propicias para cumplir mis sueños. A veces me desanimaba y decía: “Eso no es para mí, si yo no tengo familia de actores”. Sin embargo, yo estaba equivocada y no sabía que la vida me iba a dar la oportunidad para cumplir mis sueños.
A los 17 años salí embarazada. Fue una etapa muy dura para mí y es por eso que no aconsejo a las chicas de esta edad que cometan ese error. Cinco años después tuve la oportunidad de abrir mi regalo y me convertí en animadora de televisión. Al salir en las pantallas el país se sorprende de mi forma de hablar, de mis desparpajos para contar las cosas. En realidad no eran mis desparpajos, esa era mi realidad. No sabía hablar de otra cosa, no inventé un mundo, dado que ese era mi mundo.
Por eso puedo decir que las circunstancias con las que yo empecé fueron ideales. De ese modo pude hablar a mi público desde su realidad. Empecé a decir a las señoras que no pagarán más por su verdura, porque en la parada el kilo de zanahoria costaba tanto. Recuerdo que en esos tiempos se usaba el kerosene; bueno, y también el gas; por eso les decía a las señoras que no pagasen más por el combustible y les recomendaba que usaran el primus, cosa que mucha gente no conocía y en la televisión nunca se hablaba; yo sí conocía este artefacto, porque en mi casa lo usábamos. ¿Sabes que es el primus? Te voy a explicar: es como una cocina chiquita, que se prende con ron y tiene como un tanquecito donde uno bombea y bombea y daba mucho fuego. En ese aparato hacía hervir los pañales de Ethel, mi hija; también hacía las papas fritas más rápido porque el fuego era mayor. En la televisión pude hablar de la cocina a kerosene, dado que nosotros teníamos una cocina de este tipo con tres hornillas. Así aparezco en la televisión.
Antes de un año toqué las puertas del éxito. Cinco años después vino lo más fuerte: yo no entendía nada. Yo era demasiado joven y no entendía nada. Empecé a sentirme muy sola y muy triste. De este modo entendí que nuestro regalo viene con circunstancias que son como pruebas que uno debe aprender para pasarlas. Si no pasamos las pruebas, estas van a repetirse continuamente. Esto se aplica en todo: en el amor, en lo social, en el trabajo, etc.
Entonces yo abrí mi regalo cuando empecé “Aló, Gisela”. Lo abrí sin saber que era un obsequio que Dios me estaba dando. Era el año 87. Me llamaron para un casting, dado que buscaban una animadora. Yo nunca había sido animadora, era vedete. Ya me había retirado de ese trabajo, no porque ser vedete fuese algo malo, en realidad para mí fue una etapa espectacular de mi vida, dado que me hizo perder el miedo al público. Pero en realidad ya me había cansado. Mi hija tenía 4 años y cuando uno es vedete los hombres te enamoran en la calle, sintiendo que tienen derecho a enviarte piropos estés con tu hija, con tu madre, con tu amiga, con tu amigo, o con quien sea. En verdad me sentía como un muñequito con un buen cuerpo que te mueven para acá y para allá. A mí me pareció que podía dar algo más. Así es que por eso me retiré de ese trabajo.
Al poco tiempo me llamaron para ese casting donde participaron las grandes animadoras del país y yo salí ganadora. No lo podía creer, como te dije, yo nunca había sido animadora. Así empezó “Aló Gisela” que tuvo un éxito tremendo por 15 años. Ahí comprendí que cuando algo es tuyo nadie te lo puede quitar”.
Testimonio de Gisela Valcárcel, tomado del libro «PILARES DEL ÉXITO», P. Walter Malca Rodas.