Se dice que las mujeres somos más rencorosas, sin embargo, este sentir no respeta sexo, ni condición de tipo alguno. Como seres humanos lo hemos experimentado alguna vez.
El rencor y el resentimiento son manifestaciones que nos impiden caminar una ruta de productividad que nos lleve al éxito como seres humanos, tanto en el aspecto familiar como profesional.
Es importante manejar el concepto de Derecho al Bienestar para que hombres o mujeres alcancemos la realización en cada etapa productiva en la que nos encontramos. Es importante aprender a minimizar la carga emocional que llevamos, aprender a perdonar es la herramienta que utilizaremos para aliviar ese peso e iniciar una etapa de éxito personal.
Probablemente en más de una oportunidad te has sentido lleno de resentimientos y reiterando: “¡No puedo perdonar esto!”. Y con el paso de los días te das cuenta que ese peso no te deja caminar en paz y libre como debieras hacerlo.
El guardar en nuestro interior resentimientos nos convierte en depósitos de “basura emocional” y, así, cuando estamos rodeados de gente a la que amamos y con las que nos permitimos ser tal cual y abrir ese depósito, lo único que emanamos es rencor, resentimiento, ira, frustración, rabia, es decir, todo aquello que nos lastimó, y lo guardamos haciéndolo parte de nuestro día a día.
Cuando alguien nos agrede de cualquier manera, sea física, verbal o emocional, nos produce heridas que con el transcurso del tiempo parecieran haber cicatrizado, sin embargo, si no lo procesamos y le damos el lugar que se merece las tendremos en nuestro interior conviviendo con nosotros, adueñándose de cada oportunidad de ser mejores personas y privándonos del placer de vivir en paz y en armonía con nuestro interior.
El poder de expresar nuestras emociones ayudará a que en lugar de guardar ese sentimiento causado por las heridas que te produjo el actuar de alguien importante para ti, lo expreses, lo analices, lo reubiques y puedas canalizar, con la persona adecuada que sabrá oír y aconsejar apropiadamente.
Cuando hacemos uso de nuestra inteligencia emocional aprendemos a canalizar nuestro sentir, a dar importancia o a descartar aquellas manifestaciones o expresiones de sentimientos de las personas que me rodean. El ubicar en orden de importancia afectiva a las personas que nos rodean nos ayudará a ubicar de la misma manera lo que pueden decir o hacer; y si en algún momento y por algún motivo nos lastiman con algún comentario o actúan de tal manera que sentimos que han herido profundamente nuestro sentir, es cuando debemos pensar cuán importantes son en nuestra vida; si los ubico como muy cercanos a mí o, por el contrario, son personas que nunca aportaron a mi tranquilidad y que, por lo tanto, debemos aprender a “descartar” sus opiniones.
Cuando no perdonamos nos encontramos presos del dolor que nos causó en su momento el hecho, no perdonar es aferrarte al dolor a tenerlo a flor de piel, sangrando cada vez que lo recuerdas. Pregúntate: ¿si ya fui dañado en una oportunidad es válido que sea yo mismo quien al recordar lo sucedido vuelva a lastimarme? ¿Esta persona que me ofendió, cuán importante es o fue en mi vida? Si me causó tanto daño, ya no es valiosa para mí, por lo tanto, la alejo de mi círculo de afectos y pasa a ser una persona más.
El perdón te ayuda a tener nuevamente el control y el poder de conducir tu vida por una ruta de paz y de productividad, sin entorpecer tus días con recuerdos de ofensa y envejeciendo en la ilusión de vivir mejor. El perdón te ubica nuevamente en el presente y te ayuda a salir del pasado. No seas tú el causante de otro dolor, te toca vivir mejor. El perdón es para ti no para los demás. Suerte y un gran abrazo.