Por: Walter Malca Rodas; C.Ss.R.
Misionero Redentorista
Estamos en Año Nuevo. Éste tiempo es un regalo magnífico que el Señor nos concede como muestra de su infinita generosidad. Hace aproximadamente un mes, una señora, toda compungida y con lágrimas en los ojos, me decía: “Padre, mi esposo murió hace un mes. Él era muy bueno conmigo y con sus hijos; no entiendo por qué tuvo que partir. Hubiese sido mejor que yo muera y no él. Ya se acerca Navidad y Año Nuevo. Tales fiestas me traen muchos recuerdos hermosos que he pasado con él, pero en esta oportunidad las cosas serán muy diferentes ¡Cuánto extraño su presencia!”
El año pasado, igual que el esposa de dicha señora, mucha gente partió de entre nosotros. Tal vez eran nuestros seres queridos o personas allegadas. Te has puesto a pensar, como la señora de la consulta, por qué tuvieron que ser ellos y no nosotros… La respuesta únicamente la sabe Dios. Lo único que sabemos es que Él, en su abundante misericordia, nos otorga este año, como un tiempo de gracia para demostrarnos su amor. Por eso es fundamental tomar conciencia de la responsabilidad que tenemos al recibir este regalo.
Por tal razón es importante poner en práctica lo que decía san Pablo: “Les exhorto, hermanos, que no echen en saco roto la gracia de Dios. Fijaos que ahora es tiempo de gracia, ahora es tiempo de salvación” (2 Cor. 6,1-2). Esta exhortación que el apóstol de los gentiles hacía a los Corintios, hace aproximadamente 2000 años, tiene vigencia en la actualidad, pues hoy también hay muchos necios que echan en saco roto la gracia de Dios.
“No seas tonta, deja de estudiar, vamos al baile a divertirnos”, le decían unas amigas a una jovencita. Esta anécdota es un tanto graciosa, pues ellas, que se creían listas, eran las más necias, dado que derrochaban su valioso tiempo en diversiones frívolas. Casos como estos son abundantes. Pensemos, por ejemplo, en aquellos hombres que se van de parranda los fines de semana olvidándose de su esposa y de sus hijos; también están los trabajólicos que consagran su vida al trabajo y se olvidan de sus relaciones familiares y sociales… Si seguimos la lista sería interminable.
Si de verdad queremos ser hombres sabios debemos aprovechar al máximo el tiempo que Dios nos concede. Imagínate que te diagnostican una enfermad y el médico te dice que sólo te queda un día de vida. ¿Qué harías durante ese tiempo…? Es posible que derroches ese valioso momento en ayes y lamentos; pero también te queda la posibilidad de aprovecharlo de la mejor manera haciendo cosas buenas, como prodigar amor a tus seres queridos o hacer obras filantrópicas.
Pues bien, ¡Despierta…! Eh aquí que no sólo tienes un día, sino todo un año que Dios te regala. Ten la sabiduría de aprovecharlo de la mejor manera haciendo tu trabajo con gusto, amando a los tuyos, haciendo obras de caridad, elaborando y ejecutando proyectos vitales, etc. Vive tu vida con intensidad. Disfruta cada instante como si fuera el último momento de tu existencia. Recuerda que el tiempo es un recurso no renovable, porque cada instante que pasa jamás lo podrás recuperar.