La fe tiene que promover la libertad. Es importante convencernos que tenemos que formar hombres y mujeres libres. Recordemos que Jesús ha venido precisamente para eso: para hacernos libres. En el evangelio de San Lucas vemos que Jesús inicia su ministerio con este tema. Recordemos el episodio: Jesús llega a Nazareth, el pueblo donde se había criado, y allá, como era sábado, va a la sinagoga y lee la lectura del profeta Jeremías:
“El Espíritu del Señor está sobre mí, porque me ha ungido para anunciar la buena noticia a los pobres; me ha enviado a proclamar la liberación a los cautivos, a dar la vista a los ciegos, a liberar a los oprimidos y a proclamar un año de gracia del Señor” (Lc.4,18-19).
En este evangelio vemos claramente que la misión del Mesías es la liberación de los cautivos y de los oprimidos. Por tanto, toda pedagogía cristiana tiene que tener como horizonte la libertad de los hijos de Dios. Por esta razón, San Pablo, como buen discípulo de Cristo, tuvo que recordarles a los cristianos de Galacia: “Para ser libres nos liberó Cristo”. (Gal. 5,1). Por tanto, la libertad es un filón importante y fundamental del evangelio de Jesús y es una urgencia que debe ser asumida por todo modelo pedagógico.
Eric Fromm, en su libro “El miedo a la libertad” dice que los hombres de la actualidad ya no viven sumisos en la sociedad, la política o la religión. Los hombres han conquistado su libertad, pero se trata de la libertad exterior, la cual es buena, pero falta conquistar la verdadera libertad: la libertad interior. Por esta razón la pedagogía debe contribuir a formar hombres y mujeres libres de verdad. Pero la libertad no es hacer lo que se me da la gana. La libertad, para un cristiano, es andar en la presencia de Dios y cumplir su voluntad. Por eso debemos tener mucho cuidado con este tema, puesto que, como yo digo, hay libertades que esclavizan. Permítanme ilustrar esta idea con la siguiente metáfora:
Cuenta la historia que en una ocasión, un campesino capturó un águila, lo llevó a casa y lo obsequió a su hijo. Éste, muy feliz por el regalo, al animal le prodigó atenciones especiales, pero siempre lo mantenía atado para que no se le escape.
Cierto día, en un descuido del niño, el ave voló hasta el bosque, donde logró posarse en la copa de un árbol. El animal se sentía muy feliz de haber logrado su libertad. Pero su dicha fue muy corta dado que al volar llevó consigo la cuerda que tenía atada en la pata, la cual se enredó en las ramas y es por eso que jamás pudo levantar otra vez el vuelo. Ahí el animal murió triste y desconsolado, arreciado por la inclemencia del clima y por la voracidad del hambre y la sed.
Esta historia es profundamente aleccionadora, pues nos da a entender que de verdad, muchas veces, hay “libertades” que esclavizan. El poeta indio Khalil Gibran, en su libro “El profeta”, hablando de la libertad dice: “Yo he visto postrarse a más de uno ante su propia libertad”. Esto es lo que le sucedió al protagonista de la historia narrada. Él salió de la aparente prisión de su casa para caer en las garras prisioneras de un tío y de unos amigos, cuya influencia lo no le ayudó a crecer.
Esta realidad, lamentablemente se observa, en la experiencia de muchos jovencitos que sintiéndose oprimidos por la autoridad de sus padres se escapan y caen en manos de personas malvadas e inescrupulosas que abusan de ellos, introduciéndolos en algún vicio letal. Solamente para tomar conciencia de la magnitud de esta problemática quiero citar dos casos.
Tal es el caso de un adolescente que, al sentirse hastiado por las órdenes de sus padres, cierto día logró marcharse de casa y se fue a vivir a la casa de uno de sus amigos, que estaban metidos en el consumo de drogas. En un inicio se sentía feliz, pero luego, al tomar conciencia que poco a poco él también se iba hundiendo en el vicio, se sintió muy desdichado e infeliz. También conozco el caso de una jovencita que se escapó de casa y fue violada por el papá de su amiga, que le daba hospedaje.
Este fenómeno de las libertades que esclavizan no sólo se da en los jóvenes. También lo encontramos en los adultos. Pensemos, por ejemplo, en aquellas personas que cansadas de su vida matrimonial se buscan otra pareja, que al inicio les prodiga amor, afecto y consideración, pero conforme pasa el tiempo se cansan y su vida se convierte en un infierno más aterrador. Si me pusiera a narrar anécdotas de esta naturaleza, no habría tiempo y espacio suficiente.
Pero el fenómeno también se da en el plan social y político. Pensemos, por ejemplo, en el tiempo de elecciones, donde los pueblos, cansados de sus gobernantes o políticos tradicionales, le dan el voto a personas incapaces e incompetentes, que los llevan, como dice el dicho popular, “de guatemala a guatepeor”. De tal modo que, como dice la canción, “la cura resulta más mala que la enfermedad.”
Fundado en estas experiencias, queridos amigos, quiero invitarles a que busquemos la libertad, pues esa es nuestra vocación, pero busquemos la verdadera libertad: la libertad interior, la libertad del corazón, la libertad de los hijos que Dios, que solamente lo da el Espíritu. En la medida que nosotros vayamos aprendiendo a ser hombres libres seremos capaces infundir este valor en los niños y jóvenes. Entonces, y sólo entonces, estaremos forjando una sociedad libre.
Por: P. Walter Malca Rodas; tomado del libro «LA PERLA PRECIOSA».