¿QUÉ MAS PUEDO HACER POR USTEDES?

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Hola: Yo soy Jesús, tu mejor amigo. Te escribo para contarte que estoy triste, muy triste. Estoy triste porque la gente cada vez se aparta más de mí, la humanidad ha tomado el sendero equivocado, el sendero del materialismo, del consumismo y del hedonismo. Yo ya no sé qué hacer más para atraer el amor de los hombres. Yo, ya lo di todo. ¿Qué más quieren que haga por ustedes? La gente no valora mi sacrificio.

En cada Semana Santa yo sufro mucho, porque vuelvo a revivir los sufrimientos de mi pasión, que fue terriblemente dolorosa. Es verdad yo soy Dios, pero también soy hombre verdadero y como tal sufrí mucho: sufrí la angustia de saber que iba a morir de aquel modo, sufrí la traición de mis amigos más cercanos, sufrí la injusticia de ser condenado siendo inocente, sufrí las burlas de los soldados, quienes me boteaban y me pusieron una corona de espinas, sufrí el peso de la cruz en el camino hacia el calvario, soporté el intenso dolor al ser clavado, en la cruz mis manos ya no resistían el peso de mi cuerpo y ahí sufrí la agonía de morir asfixiado, sufrí la experiencia de la muerte. También sufrí el abandono, porque todos mis amigos me abandonaron, excepto mi madre, Juan y algunas mujeres. Todo esto hice por ustedes, ¿qué más puedo hacer para atraer su amor? La gente, como te repito, no valora mi sacrificio, no valora mi amor. Si supieran que lo único que les puede hacer felices es mi amor, si comprendieran que eso que buscan con tantas ansias está dentro de su corazón, pues yo estoy ahí, en la profundidad de cada ser. Yo no estoy fuera, yo estoy dentro de cada uno de ustedes. Búsquenme ahí, en su corazón y contemplarán mi rostro.

A mí me duele mucho que Semana Santa se haya convertido en un tiempo para hacer turismo, olvidándose de mí. Muchas veces también es motivo para hacer espectáculo de mi pasión y muerte. Yo no quiero estas cosas, yo sólo quiero su amor, su cariño, su devoción sincera y su oración. Semana Santa debe ser un tiempo de reflexión, de meditación, de oración; debe ser un tiempo propicio para que descubran mi amor y a partir de ese amor cambien sus vidas.

A pesar de que la gente me abandona yo no odio, ni tengo resentimientos. Esos sentimiento no hay en mi corazón. Yo soy amor y como tal no puedo odiar. En mi corazón no hay desprecio para nadie. Es verdad, como dije hace un momento, me duele mucho el abandono, pero este dolor no es fruto del resentimiento, sino del amor. Me duele mucho que la gente esté perdida buscando la felicidad donde no está. Yo soy la felicidad. Si quieren ser felices tiene que regresar a mí. Yo soy el agua pura que sacia la sed del corazón. Yo soy el pan vivo que sacia el hambre de felicidad. Regresen a mí y encontrarán reposo para sus almas.

Querido amigo, que estás leyendo esta carta, espero que, al menos tú, no me abandones. Espero que tú valores mi sacrificio y en él descubras el inmenso amor que hay dentro de mí. Espero que me ames, que retornes siempre a mí, que recuerdes que yo estaré con los brazos abiertos para acogerte con amor y con cariño. Acude a mí en todo momento: en las alegrías y en las tristezas, en los gozos y sufrimientos, en los éxitos y en las derrotas. Acude siempre a mí y serás inmensamente feliz.

Tu amigo que te quiere, Jesús.

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