TIEMPO PARA LA FAMILIA

Hace unos días atrás intentaba comprender por qué un compañero de trabajo, correcto profesionalmente, propala a chorros chismes, rumores y toda clase de comentarios desdeñosos y mal intencionados por los pasillos de la empresa.

Además del existente problema corporativo, ante el tenso clima laboral propiciado, el tema surcaba cauces más profundos; y la retahíla de veneno de la lengua procaz de este muchacho, no era si no, la triste careta que disfraza su infortunada formación infantil.

¿Cómo habrían sido sus padres con él? ¿Lo amarían tanto como él deseaba? ¿Siendo como es podría amar bien a alguien? ¿Cómo demuestra su afecto hacia los demás? ¿Puede acaso demostrarlo? ¿Concibe la idea de lo que es quererse a sí mismo?

Los padres deben entender que la vida familiar es un valor fundamental que identifica, personaliza y sella para siempre, a cada miembro de la misma. En tal sentido, de la convivencia familiar y de las motivaciones de la misma, se generan actitudes favorables o nocivas en sus miembros.

Por ejemplo, los efectos en los hijos cuyos padres parecen ni preocuparse por lo que les acontece, van desde las heridas psicológicas que provocan frustración, enojo y conductas rebeldes; hasta sentimientos de inseguridad, soledad, falta de criterio para elegir amigos y escasas habilidades sociales; pasando por la expresión de sus frustraciones y la satisfacción de sus necesidades afectivas, a través de una desbordada conducta sexual (además de las drogas y el alcohol).

En actualidad, los padres o apoderados muchas veces se obnubilan en las primeras etapas de crecimiento de sus hijos, concentrándose más en el amor visible, externo: en comprarles cosas, apuntándolos en diversas clases y estimulándolos a cada momento para que sean niños súper ‘inteligentes’; olvidando que aquello no es suficiente para garantizar la calidad humana de un individuo.

Si no quieres que tu hijo sea violento, enséñale con el ejemplo, manteniendo el autocontrol de tus impulsos y de tus rabietas. Los hijos aprenden de lo que hacemos o dejamos de hacer, por eso sé coherente con lo que dices y haces: si quieres que sea respetuoso con los demás, respeta tú primero. Recuerda que los hijos están en proceso de aprendizaje: no seas autoritario, sé flexible, si te equivocas, discúlpate: ¿qué mejor prueba de humanidad y amor puedes demostrarle?

Finalmente, lo relevante en la vida familiar es que existan muchas cuotas de paciencia, comprensión y comunicación; además de abrazos, besos, mimos, que nunca son un exceso. Haz todo lo humanamente posible por pasar el mayor tiempo posible al lado de los tuyos. El tiempo te dará buenos frutos a tu ardua siembra.