UN DIOS SORPRENDENTE

En una ocasión, cuando estaba conduciendo un programa de televisión, alguien llamó e hizo la siguiente pregunta: “¿Qué debemos hacer para que actúe en nosotros la gracia de Dios”. Yo le respondí que es importante la disponibilidad, la oración, la vida sacramental, etc. Pero también dejé en claro que, algunas veces, la gracia de Dios actúa de un modo sorprendente, sin que uno lo busque o tenga alguna disposición inicial. Por eso podemos decir que nuestro Dios es un Dios sorprendente. Un ejemplo que ilustra esta idea es el testimonio de Pablo.

El apóstol Pablo, como sabemos, no estaba dispuesto a encontrarse con Jesús. Él era un perseguidor de los cristianos y con este cometido iba a Damasco. Pero en el camino el Señor salió a su encuentro y transformó su vida. A partir de aquel momento él se puso disponible para cumplir la misión que Dios le había conferido, pero como podemos darnos cuenta inicialmente no tenía ninguna disposición.

Cuando leemos la Biblia uno de los peligros es creer que Dios actuó grandemente en el pasado. Pero Dios sigue actuando en la actualidad y, como digo, a veces, actúa de un modo sorprendente sin que uno lo busque. Esta es la experiencia de una amiga que, por tradición familiar, era atea. Pero logró convertirse a partir de una experiencia que tuvo con Dios, sin que ella lo buscara. El caso me lo narró ella misma:

“Walter como sabes, por la tradición de mi familia, yo era atea. En una ocasión estaba gravemente enferma. Tenía una parálisis que me imposibilitaba del todo, no podía hacer nada, ni siquiera podía ir al baño sola. Me habían visto una serie de médicos y nadie encontraba la causa de mi problema, ni me daba ninguna solución. Ya había perdido todo tipo de esperanza.  Una noche soñé con Jesús que estaba sacando agua de un pozo y me ofrecía. Yo me rehusaba. En el sueño también vi a mi padre que, como sabes, está muerto. Él me dijo: “bebe el agua que te da el Señor”. Yo recibí el balde de las manos de Jesús, bebí el agua y al beber sentí una gran frescura. Amanecí sana y restablecida totalmente”.

Estas anécdotas nos ayudan a comprender que, a veces, Dios se manifiesta a las personas grandemente, de un modo imprevisto.

“Señor en las Sagradas Escrituras encontramos episodios donde Tú has hecho maravillas con tu pueblo y con ciertas personas concretas. Te pido, amado Señor, que te sigas manifestando hoy a la gente para siga creyendo que Tú eres el único camino, la verdad y la vida. Manifiéstate también a mí para ser testimonio de tu poder, de tu gracia y de tu amor. Amén”.