EL PODER SANADOR DE LOS SACRAMENTOS

En una ocasión, en un programa de radio que estaba conduciendo, alguien llamó y contó la siguiente anécdota: “Yo soy una mujer intrépida para evangelizar. Siempre aprovecho cualquier ocasión para anunciar el evangelio. Una vez conocí a una familia cuyo hijo, que era un bebé, estaba muy enfermo. Los padres, con la intención de buscar la mejoría para su retoño, habían acudido a varios médicos, pero ninguno lograba mejorar al bebé. Yo les propuse que lo bautizaran. Los padres accedieron a mi propuesta: Bautizaron al pequeño y con el bautizo se sanó”.

“Sin caer en fanatismos, haciendo creer a la gente que todos los que se bautizan se van a sanar, creo que lo que tú dices es cierto. A veces Dios puede manifestarse grandemente a través de los sacramentos. Yo puedo dar testimonio de ello. En una ocasión, cuando vivía en Piura, una señora me llevó al hospital para darle la unción de los enfermos a su padre, que estaba en estado terminal, por un problema de cirrosis hepática. El Señor estaba muy mal y los médicos le había dado sólo unos días de vida. Después de administrar el sacramento retorné a casa.

Al cabo de un tiempo, un año aproximadamente, una señora me aborda en la puerta del templo y me dijo: “Padre, ¿no se acuerda de mí?”. “La verdad, no”, le dije. “Yo soy la hija del señor que tenía cirrosis hepática en fase terminal, a quien usted le administró la unción de los enfermos en tal hospital”. “Sí, claro, ya recuerdo. Cuéntame, ¿Qué pasó con su papá? ¿falleció?”, le pegunté. “No padre, después que usted le administró el sacramento mi papá se recuperó y ahora está mejor que yo”.

Estos testimonios nos ayudan a entender el poder sanador que tienen los sacramentos. Es cierto que no siempre todos los que se bautizan o reciben la unción de los enfermos se van a sanar, pero en algunos casos Dios puede manifestarse grandemente para que seamos testigos de su poder. A final de cuentas, como sabemos, los sacramentos son signos sensibles que contienen y transfieren la gracia de Dios.

“Gracias Señor por tu amor y tu poder manifestado en tus sacramentos. Haz que valoremos los sacramentos que nos has dejado como signos eficaces de tu salvación”. Amén.