POR: P. Walter Malca Rodas; C.Ss.R.
Amigo lector, ¿te has puesto a pensar que aquellas cosas que temes, a veces, pueden ser una oportunidad…? Una oportunidad para crecer, para salir adelante, o simplemente para sacar lecciones valiosas que te servirán en tu vida. A propósito, permíteme ilustrar esta idea con la siguiente historia:
Unas ranas habitaban en lo profundo de un pozo oscuro. Ahí vivían relativamente tranquilas y sin mayor preocupación. La única causa de su molestia era cuando el balde entraba para sacar el agua. Pero el problema había sido solucionado nombrando a una rana como vigía para que diera la voz de alerta, cuando la amenaza se acercaba. Así, durante mucho tiempo vivieron sin mayores dificultades.
La paz de esta comunidad se vio perturbada cuando una rana joven comenzó a pensar distinto, pues vio en el balde, no tanto un peligro, cuanto una oportunidad. La rana, que era astuta, no compartió esta idea con nadie, pues si lo hacía corría el peligro de ser linchada. Sin embargo, estaba decidida a dar el paso fundamental en su vida. La oportunidad llegó cuando, cierto día, vio aparecer por el brocal al terror de las ranas: el balde. La rana vigilante dio la voz de alerta y todas se arrinconaron a las paredes del pozo en un solo instante.
La rana inteligente no hizo lo mismo. Al contrario, esperó paciente hasta que el balde llegó y se hundió en el agua. Allí aprovechó la oportunidad para meterse y cuando éste empezó a salir la rana traviesa salió con él.
Sus compañeras ansiosas, le invocaban que sea prudente, diciéndole: “¡Bájate! no seas estúpida y cretina, considera los peligros a los que te estás sometiendo”. La rana jefa lanzaba tremendas amenazas, pero ella no hizo caso. Hasta que al final llegó a la superficie de la tierra y se sintió maravillada al contemplar tan magnífico paisaje.
Las ranas que se quedaron en el pozo esperaban que regresara para darle una buena lección. A menudo levantaban la mirada para ver si aparecía en el brocal… Pero nada. Al final se olvidaron y la jefa prohibió terminantemente, bajo pena de muerte, que nadie hable de la rana aventurera.
Cierto día, la rana, protagonista de nuestra historia, se asomó al brocal del pozo y les dijo: “¿Qué hacen ahí en ese lugar oscuro? vengan y conozcan este lugar espléndido y maravilloso, donde hay luz y abundante comida.” Las ranas del fondo empezaron a insultarla diciéndole que era una ilusa, traicionera y que ni se le ocurriera bajar, pues la matarían. La rana más sensata que nunca respondió: “¡Tranquilas!, por nada del mundo bajaré a ese lugar hostil, pues soy inmensamente feliz. Si quieren vivir resignadas a su suerte en ese mundo lúgubre, ¡allá ustedes!”. Desde aquel momento nunca más se apareció por ese lugar.
Nosotros, si de verdad queremos ser felices, tenemos que ser como esta rana aventurera. Sería bueno que seamos conscientes de qué es lo que nos da terror y preguntarnos con sinceridad si eso que nos da tanto miedo es una amenaza real o es una oportunidad.