APRENDE A AMARTE Y VALORARTE TÚ MISMO

“Yo soy una persona formada -me dijo cierto día una mujer-. Gracias a Dios he tenido la ocasión de estudiar. Mis padres han sido muy buenos. Pero mi marido es el malo de la película. Él ha logrado dominarme. Me ha apartado de mi familia. Tengo 54 años de matrimonio, pero todo este tiempo ha sido un martirio para mí. Nunca me saca a pasear. Me tiene como empleada. Quiere que le lave la ropa, le prepare y sirva los alimentos. Pero él no hace nada. Yo tengo mi pensión, pero él lo administra. Ayer, por ejemplo, su familia le llevaron comida. Él lo comió, pero ni siquiera me dijo come un poquito. Es profundamente egoísta. A mí me ha apartado de mi familia, pero él vive muy vinculado a la suya. Les ayuda económicamente, quiere que vaya a sus reuniones familiares, donde no me ven bien. La verdad es que me siento cansada de esta situación. Ayúdeme, por favor, padre”.

“En primer lugar tienes que asumir tu vida con responsabilidad, -le respondí- dices que tu esposo te trata mal, que te apartó de tu familia, que te tiene dominada. Si te das cuenta tú le estás echando la culpa a tu esposo de tu situación, cuando en realidad eres tú la responsable, porque tú le has permitido que te de ese trato. Yo soy un convencido, que nadie nos maltrata, sino que permitimos que nos maltraten.

Un colega y amigo sacerdote me contaba que a su superior le gustaba que todos sus súbditos siempre estuvieran bien vestidos y que llevaran la ropa clerical. Pero este colega, generalmente, usaba ropa informal. Cierto día el superior le estaba llamando la atención por ello. En eso pasa por ahí otro sacerdote que estaba vestido igual que él. Entonces le dijo: “Mira, por ahí pasa, fulano de tal. ¿Por qué no le llamas la atención a él también?”. El superior le contestó: “Yo sé a quien fastidio”. Así es. La gente sabe a quien fastidia, a quien domina y tú te has dejado dominar por tu marido. En el fondo tú no te quieres, no te amas. Eres una mendiga de amor. Estás mendigando migajas de amor de tu marido. Cuando tú misma tienes que aprender a amarte, a valorarte. No pidas que otros te amen, cuando tú no te amas; no pidas que te valores, cuando tú misma no te valoras; no pidas que te consideren, cuando tú misma no te consideras”.

Este mismo mensaje que le di a esta mujer te lo doy, amable lector: Aprende a amarte y valorarte tú mismo. Nadie te querrá, si tú no te quieres. Nadie te considerará, ti tú no te consideras. Recuerda que el verdadero amor empieza por uno mismo, pues así lo dijo Jesús: “Ama a tu prójimo como a ti mismo”.