EL RABO DE PAJA

En El Perú, y en algunos otros países de Latinoamérica, tenemos una frase que, con frecuencia, la usamos: “Todos tenemos rabo de paja para nos lo pisen”. Con esta frase queremos decir que todos tenemos defectos de los cuales nos pueden criticar y, que por tanto, no tenemos derecho a criticar los defectos de los demás. A esta frase yo le suelo añadir algo más: “Todos tenemos rabo de paja…, pero algunos lo tienen demasiado largo”. Y esos que tiene el rabo de paja demasiado largo, precisamente son los que se atreven a criticar a los demás.

Cuenta la historia que había una mujer que siempre critica los defectos de los demás, pues la única que se creía perfecta era ella. Y eso, precisamente, era uno de sus grandes defectos. Por este gran defecto nadie la  quería. Cierto día llegaron al vecindario unos vecinos que, según ella, eran demasiado sucios. No sabía a quien contarle noticia, porque nadie ya le hacía caso. Cierto día llega a su casa su amiga Rosita.

-Rosita, -le dijo emocionada- ¡qué bueno que hayas venido! Quería compartir contigo una noticia.

-¿Qué noticia? –le respondió Rosita.

-Ay amiga, han llegado al vecindario unas personas demasiado sucias. Ven para que la veas. –La sube al segundo piso de su casa y desde ahí le muestra- mira su ropa la han tendido sin lavarla, mira su casa está llena de tela de araña, mira ahí salen todo mugrientos.

-Ay Rosenda, -le responde Rosita- tú no cambias. Harías bien en limpiar el vidrio de tu ventana y así verías con ojos diferentes a los demás.

Muchas veces quienes critican son los menos indicados para ello. Por eso Jesús advirtió: “No juzguen y no serán juzgados…, ¿Por qué te fijas en la paja que tiene tu hermano en el ojo y no te fijas en la viga que llevas en el tuyo? ¿Cómo puedes decirle a tu hermano: “Déjame sacarte esa paja del ojo” tendiendo una viga en el tuyo? Hipócrita, sácate primero la viga del ojo; entonces verás claro y podrás sacar la paja del ojo de tu hermano” (Mt. 7,1-5).

Señor no permitas que critiquemos a los demás; sino que, por el contrario, seamos capaces de mirarlos con ojos de misericordia, así como Tú nos miras. Amén.