EL VERDADERO SENDERO

Cuando uno avanza por el sendero de la espiritualidad, que es el verdadero sendero que conduce a la vida auténtica, se va extinguiendo el miedo a la muerte. Es más, incluso, hay personas sumamente espirituales que desean la muerte. Pero este deseo no es como el caso de gente depresiva que quieren morir por estar cansados de la vida. Al contrario, las personas espirituales sienten pasión por la vida y desean la muerte porque están seguros de la vida eterna, que da sentido y plenitud a esta vida. Ellos desean encontrarse con Jesús, con el Padre, El Espíritu Santo, la Virgen, los ángeles y los santos.

La gente espiritual se siente plena en la vida. Ellos sienten que todas sus expectativas ya están colmadas y lo único que desean es encontrarse con Dios. Esta fue la experiencia del anciano Simeón, que cuando tomó al niño en sus brazos exclamó: “Ahora, Señor, según tu promesa, puedes dejar a tu siervo irse en paz. Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.». Esta tranquilidad del anciano Simeón le viene, precisamente, del encuentro con el Señor: “Mis ojos han visto a tu salvador” (Lc. 2,29-32).

De igual modo Pablo dijo: “Para mí la vida es Cristo y el morir es una ganancia. Pero veo que, mientras estoy en este cuerpo, mi trabajo da frutos, de modo que ya no sé qué escoger. Me siento urgido por dos lados: Por un lado siento gran deseo de romper las amarras y estar con Cristo, lo que sería sin duda mucho mejor. Pero pensando en ustedes conviene que yo permanezca en esta vida” (1Cor. 1,21-24).

Santa Teresa también experimentó este deseo de dejar este mundo porque anhelaba la vida plena. Por eso se expresó así: “Vivo sin vivir en mi,/ y tan alta vida espero,/ que muero porque no muero”.

Señor ayúdanos a caminar por el sendero de la espiritualidad, que todos los días nos encontremos contigo y que ese encuentro vaya extinguiendo el miedo a la muerte para que seamos verdaderamente felices. Amén