¿EN QUÉ CONSISTE EL AMOR AL PRÓJIMO?

Hasta acá hemos reflexionado en la necesidad del amor al prójimo, pero ¿en qué consiste exactamente el amor al prójimo? Ilustremos la respuesta a esta pregunta mediante la siguiente anécdota:

En una oportunidad una señorita me buscó para conversar y contarme sus problemas. En esa entrevista me contó el horrible maltrato que recibía de parte de su enamorado. Al finalizar la conversación le pregunté: “Si ese muchacho te trata de esa manera ¿por qué no terminas con él?”. La joven me contestó: “No padre, eso es imposible porque yo lo quiero demasiado”.

Analicemos la respuesta de esta joven: exactamente ¿Qué me estaba diciendo cuando me seguraba que a su enamorado, aunque la maltrataba, ella lo quería? De un modo implícito, la joven me estaba diciendo que ella se siente atraída y apasionada por su enamorado. Pero la atracción y la pasión no siempre son síntoma del amor, pues puede implicar enfermedad, dependencia, etc.

El amor va más allá de la atracción y la pasión. El amor al prójimo comporta una serie de valores y cuando en una relación algunos de éstos están ausentes el amor empieza a mermar y, a veces, queda aniquilado. Reflexionemos en los valores que siempre tienen que existir en una relación donde existe amor:

  • El respeto y la reverencia.- En toda relación amorosa tiene que existir respeto. Cuando falta este valor, el amor empieza a disminuir. El respeto implica reverencia por el misterio del hermano, como quien venera lo sagrado; pues en realidad la vida del hombre, es una realidad sagrada.
  • El diálogo.– Este valor implica la comunicación de ideas, pensamientos, sentimientos y experiencias. El diálogo no busca imponer la visión del uno sobre el otro, sino exponer las ideas para ir en busca de la verdad, considerando que ésta es un tesoro que tiene que ser buscado entre todos los interesados.
  • El silencio.- La actitud elemental ante lo desconocido es, cuanto menos, el silencio. Sin embargo, no se puede justificar la hipocresía. Por eso cuando se critica a una persona sin que ésta se encuentre presente y así no tenga la posibilidad de defenderse hay que tener el valor para cuidar las espaldas del hermano.
  • La verdad.– Es la adecuación del entendimiento con la realidad. Hay que reconocer, como dije anteriormente, que ésta es un tesoro que tiene que ser buscado por todos los interesados. Se debe tener mucho cuidado de no imponer nuestra subjetividad, pues cada persona contempla las cosas desde su propia perspectiva. Es muy conocida una imagen en la que algunas personas ven una señorita de 15 años y otros pueden ver una anciana de 80. Ambas visiones son verdaderas. Por eso debemos tener mucho cuidado a la hora de manifestar nuestra opinión, nunca debemos presentarla como la verdad absoluta.
  • La empatía.- Es bueno aclarar que empatía no es igual que simpatía. La empatía consiste, como se dice comúnmente, en tratar de meterse en los zapatos del otro. Esto implica no murmurar ni juzgar a nadie, e intentar comprender a la otra persona desde su realidad personal.
  • La confianza.- Crear un clima de confianza es fundamental para vivir en armonía y encontrar felicidad. Hay grupos humanos donde todo está a punto de explosionar, porque no hay confianza para decir las cosas. Tarde o temprano se lanzan el puñal. Dicen los psicólogos que el hecho de vivir en un ambiente de desconfianza es lo que más envejece a las personas. Por tal razón es conveniente tratar de ser coherentes, íntegros y veraces para ser personas confiables. Es importante comprender que construir la confianza dura años y se puede destruir en un segundo.
  • La responsabilidad.- Quienes aman de verdad son responsables de sus actos. Ellos asumen con todas las de la ley las consecuencias de sus acciones. En cambio, hay personas inmaduras que echan la culpa de sus problemas a todo el mundo, porque ellas son incapaces de darse cuenta de su propia responsabilidad; proyectan su realidad sobre los demás y viven quejándose y criticando de todo. En definitiva: son neuróticos empedernidos.
  • La adaptabilidad.- Quienes aman de verdad son personas que, siendo ellas mismas y sin perder su originalidad, son capaces de adaptarse a los diversos ambientes y circunstancias. Estos individuos son eminentemente objetivos, pues tienen la capacidad de mirar los hechos y las personas en sí mismas, desligándolas de sus proyecciones emocionales. En cambio, los inadaptados son incapaces de equilibrarse armoniosamente en el grupo donde viven o trabajan.
  • El perdón.- Las personas que aman son capaces de perdonar todo. Pero es bueno comprender que el perdón no significa olvido, pues si para perdonar tendríamos que olvidar lo que nos ha sucedido, entonces tendríamos que cortarnos una partecita de nuestro cerebro y eso no es querido por Dios, porque eso sería mutilación. El perdón consiste en extinguir los sentimientos dolorosos, despertando a la realidad y comprendiendo que el pasado ya es pasado.
  • La aceptación.- Quien ama es capaz de aceptar el misterio del hermano, comprendiendo que el otro no escogió la existencia, ni su forma de ser. Es posible que lo que a mí tanto me irrita de tal o cual persona es algo que ella no lo puede soportar. Quien ama comprende que el otro es un regalo de Dios y vale tanto como yo.
  • La acogida.- Este valor se expresa en la capacidad de ser afectivos y delicados en el trato con los demás. La afectividad se puede expresar a través de una serie de gestos que dicen mucho: una sonrisa, una breve visita, una palabra de aliento: “Tú puedes”, “tú vales muchos”, “eres importante para mí”; una pregunta sincera: “¿Cómo va esa vida?”, “¿Cómo van tus compromisos?”, “¿Cómo van tus proyectos?”. Decir al deprimido: “No tengas miedo, todo pasará; cuenta conmigo; mañana será mejor”. Aprender a “perder” el tiempo con el hermano; celebrar el triunfo, felicitarlo, elogiarlo.