¿ERES LIBRE DE VERDAD?

Víctor Frankl es un neurólogo y psiquiatra austriaco, fundador la logotorapia, escuela psicoterapéutica que enfatiza en el sentido dela vida. Este hombre estaba en los campos de concentración nazi y, al terminar la Segunda Guerra Mundial en 1945, fue liberado. Cuentan que después de unos años de libertad se reunió con un grupo de ex prisioneros y todos hablaban con dolor de aquella horrible experiencia. Unos decían algo así: “Yo quisiera encontrarme con todos aquellos nazis desgraciados que nos hicieron tanto daño y vengarme de ellos, torturándolos, tal como ellos nos torturaban”. En un determinado momento Frankl intervino: “Señores, les doy una noticia: ustedes no han sido liberados. Ustedes aún siguen siendo prisioneros en las cárceles de sus mentes, ustedes se han quedado en el pasado, ustedes aún siguen en los campos de concentración”.

No sé si la historia es real, pero lo cierto es que nos ayuda a entender que muchas veces las personas podemos tener libertad física, pero no libertad interior. Erich Fromm, en su libro “El miedo a la libertad”, dice que los seres humanos de la actualidad hemos alcanzado la libertad exterior, pues nos hemos liberado de la naturaleza, de los absolutismo políticos y religiosos, pero no nos hemos liberado interiormente. Por eso, los seres humanos tenemos miedo a la libertad.

Este es uno de los retos que tenemos los seres humanos de la actualidad: Alcanzar la libertad interior. Y esa libertad solamente la podemos alcanzar con la ayuda de Jesús, a través de un proceso de reflexión y oración, pues el Señor dijo: “Y Conocerán la verdad y la verdad les hará libres” (Jn. 8,32). La verdad, como sabemos, no es un concepto filosófico, sino una persona: Jesús de Nazaret, pues él dijo: “Yo soy el camino, la vedad y la vida” (Jn. 14,6).

Solamente Jesús puede darnos la verdadera libertad. Esa es la experiencia de quienes se dejaron tocar por Él: Mateo, Zaqueo, María Madgdalena, Pablo, etc. Sólo por citar unos cuantos. Para Pablo, la experiencia de la libertad fue tan importante, por eso llegó a decir: “para ser libres nos liberó Cristo” (Gal. 5,1).

Pero la libertad, alcanzada por Jesús, no es una experiencia del pasado. Jesús sigue liberando hoy. En Atlanta, Estados Unidos, una señora que padecía de lupus me contó que ella se encontraba muy grave. La medicación que le indicaba el médico no le ayuda en nada. Sus dolores eran terribles. En un determinado momento empezó a participar en un grupo de la Iglesia, donde con la oración, la alabanza y los retiros descubrió que tenía mucho odio en su corazón: odio hacia su padre que la había abandonado, odio hacia su ex marido que la había utilizado e incluso había abusado de uno de sus niños; también sentía culpa y tristeza por no haber podido estar en la muerte de su padre. Cuando ella perdonó y se perdonó a sí misma empezó a sentir la mejoría.

Todos estos testimonios nos ayudan a descubrir que Jesús es el único que puede darnos la verdadera libertad.

 

AYÚDANOS A CONOCERTE

Señor, Jesús: Tú que dijiste que sólo conociendo la verdad seremos libres, te pedimos que nos des la luz de tu espíritu para conocerte a ti, que eres la vida, la verdad y el camino, pues estamos ciertos que solamente tú eres el único que puede darnos la verdadera libertad.

Humildemente, Señor, reconocemos que somos esclavos de tantas cosas y presumimos de ser libres, cuando en realidad somos prisioneros del odio, el rencor, las envidias, el egoísmo y tantas otras cosas que nos esclavizan.

Danos, Señor, la luz de tu Espíritu para reconocer nuestros errores, nuestros fallos, nuestro pecados, es decir todo aquello que nos esclaviza. Danos valentía, Señor, para que abandonando las falsas seguridades seamos capaces de aceptarte y acogerte como nuestra única y verdadera seguridad.

Amén.