Dicen los estudiosos que la frase “no tengas miedo”, o algo parecido, se repite 365 veces en la Biblia. Lo cual quiere decir que hay “un no tengas miedo” para cada día. Lo que pasa es que Dios sabe que el miedo es una emoción que está enraizado en corazón humano y, muchas veces, nos paraliza.
El miedo, dicen los estudiosos de la conducta que, es una emoción auténticamente humana, cuya función es librarnos de los peligros. Gracias a esta emoción los seres humanos hemos llegado hasta la actualidad. Imaginemos a un hombre primitivo que estaba en el bosque y, de pronto, aparecía una fiera. Su cuerpo, a través de la emoción del miedo, producía adrenalina que fortalecía sus brazos y sus piernas para enfrentar al peligro o huir. A esta reacción se denomina el mecanismo enfrentamiento o fuga.
Este mismo mecanismo sigue funcionando en nuestro cuerpo hoy. Pero lo que pasa es que ahora ya no nos enfrentamos con fieras reales, sino con fieras imaginarias. Los seres humanos tenemos una serie de miedos enfermizos que, lejos de movilizarnos, nos paralizan. Son tantos los miedos que abundan en el corazón humano, como: el miedo a la muerte, el miedo a la enfermedad, el miedo a la pérdida de trabajo, el miedo a la soledad, el miedo al rechazo, etc. Todos estos miedos son absurdos y el Señor quiere sanarnos. Por eso, todos los días nos dice: “No tengas miedo. Yo estoy contigo. Y si yo estoy contigo, nada malo te va a pasar. Y si te pasa algo malo, yo te voy a sacar de cualquier lugar en el que te encuentres”.
La conciencia de la presencia amorosa y misteriosa de Dios, iluminada por la luz del Espíritu Santo, puede sanar nuestros miedos. Recordemos que el apóstol Pablo dijo: “Si Dios está con nosotros, ¿Quién contra nosotros” (Rom. 8,31).
Excelente análisis