“Estudia para que seas alguien en la vida”, es una de las frases más estúpidas que a menudo repiten los padres y maestros a los niños y jóvenes. Si analizamos dicha frase nos encontramos con una serie de creencias irracionales, que si las llevamos a su máxima expresión podría conducir a actitudes deshumanizadoras.
En primer lugar, el que la dice, si no ha estudiado siente que no vale nada y, si ha estudiado, también tiene problemas de autoestima, pues siente que vale por sus estudios y no tanto porque es persona. Por tanto, si una persona (padre, madre, maestro(a) siente que no vale nada, entonces ¿Cómo podrá ayudar a descubrir su valor a los niños y jóvenes? Eso es ¡Imposible! Si ella no se valora, será muy difícil que valore a los demás; si no se ama será muy difícil que ame a los demás; si no se respeta será muy difícil que respete a los demás. En ambos casos (en el ignorante y el letrado) hay que ayudarlos a descubrir que ellos valen por ser personas y no tanto por cuantos conocimientos tengan.
Esta actitud suele llevar a conflictos aberrantes. Por ejemplo, si un papá tiene varios hijos y siente que uno es mas “inteligente” que los demás, tratará de brindarle más atención a éste porque supuestamente es el que más vale. Entonces estará fomentando la rivalidad entre sus hijos. Los “menos inteligentes” sentirán envida por el más “inteligente”. Ahora bien, éste último se sentirá solo y rechazado. O, en el peor de los casos negará su capacidad intelectual para asemejarse a los demás y así no tener que soportar la dureza de la soledad. Quizá esta sea la explicación de por qué los chicos que sacan buenas notas en los colegios, a menudo son solitarios y ensimismados.
Si analizamos el caso observando a los individuos que reciben el mensaje, deducimos las siguientes conclusiones:
1) Pensemos, por ejemplo, en una persona que, teniendo habilidad intelectual, desarrolla su intelecto al máximo con la obsesión de ser profesional. Éste, si logra su objetivo, será un tipo arrogante, orgulloso, vanidoso, arribista, pues sentirá que vale por su profesión y no tanto por ser persona. Tendrá problemas de relaciones humanas, pues si hay personas con mayor capacidad que él se sentirá celoso, pues sentirá que el fundamento de su valía está amenazado.
2) Si el que recibe el mensaje no tiene mucha habilidad intelectual también tendrá problemas de autoestima, pues en vista que no es profesional sentirá que no es nadie, que no vale y por ende si no se valora será muy difícil que se respete. Esa es una actitud verdaderamente absurda.
Cuando ambos individuos interactúen: el intelectual sentirá que tiene derecho a pisotear al ignorante, pues aquél “es alguien” y éste “es nada”. Por otra, parte el ignorante aceptará esa humillación, pues según su mente él no es nadie, no tiene derecho a protestar, a gritar, a afirmarse.
Como podemos ver, estas conclusiones son aberrantes e insostenibles. Tenemos que cambiar de mentalidad. Hay que enseñar a los niños y a los jóvenes que no se estudia para ser alguien en la vida, sino que se estudia porque ya somos alguien en la vida.