SOY FUERTE POR MI MADRE

Por: Walter Malca Rodas; C.Ss.R.

En un taller Semillas de esperanza una mujer dijo: “yo soy una mujer insegura. Siempre tengo que consultar a papá para tomar algunas decisiones. A veces son casos mínimos. Mi padre, por su trabajo, siempre estaba ausente de casa. ¿Será que esta ausencia me ha hecho ser demasiado tímida?”. “Y, ¿cómo ha sido tu relación con mamá? -Le pregunté- ¿Ha sido afectiva contigo, te ha abrazado?”. “Mi madre es buena. Ella también trabajaba, pero no ha sido afectuosa con nosotros. Nos daba de todo, pero no nos abrazó, ni nos besó”.

“Quizá tu timidez hunda sus raíces, no en la ausencia de papá, sino en la frialdad de mamá. La psicología nos ha ayudado a descubrir que quien da la seguridad básica al bebé no es el papá, sino la mamá, en la forma como lo trata, como lo carga o lo alimenta. La madre es símbolo de seguridad para el niño porque ella lo ha tenido en su vientre por nueve meses. Por eso, cuando abraza a su hijo, el niño, de un modo inconsciente, recuerda ese lugar ideal, ese paraíso de dónde viene.

María jugó este papel en la vida de Jesús. Ella le dio seguridad a su Hijo para que realice su primer milagro. En las bodas de Caná (Jn. 2,1-12), Jesús creía que aún no había llegado su hora. Por eso le dijo: “Mujer, aún no ha llegado mi hora”. María, con un gesto, le dice: “Hijo mío, esta es tu hora. Este tu momento”. El Hijo entendió el mensaje y actuó. Por esta razón podemos decir que María fue la causante poderosa del primer milagro de Jesús, porque ella, le ayudó a entender que ese el momento preciso para actuar. Ella, con su presencia, también le dio fortaleza para que cumpla su misión en la cruz. Por eso, es muy posible que tu inseguridad venga de esa relación fría que tuvo tu madre contigo”.

Después que terminé de hablar, otra mujer intervino: “Yo soy una mujer segura y fuerte. Ahora he descubierto que soy fuerte por mi madre”.